Читать онлайн «Like Water for Chocolate»

Автор Лаура Эскивель

Laura Esquivel

Como agua para chocolate

Pr ólogo

Desde el espacio más íntimo de una casa mexicana, desde las historias de las criaturas que nacen, aman y mueren en la cocina, desde las propias recetas, regadas a menudo con las lágrimas de las mujeres y transmitidas degeneración en generación, la fuerza motriz de Como agua para chocolate está en la recreación de las palabras al servicio de una metáfora de los sentimientos.

La escritora mexicana va a utilizar las más humildes herramientas del lenguaje de los peroles, el fuego y los ingredientes culinarios para ir más allá y abrirse paso hasta narrar una historia secreta de amor y deseo. Porque Laura Esquivel, como mujer que escribe y como autora latinoamericana, apunta claramente hacia el proceso creador del lenguaje mismo.

En La nueva novela hispanoamericana, Carlos Fuentes afirma que «inventar un lenguaje es decir todo lo que la historia ha callado». Carlos Fuentes observa en la tendencia generalizada a la exploración verbal de los escritores latinoamericanos «la elaboración crítica de todo lo no dicho en nuestra larga historia de mentiras, silencios, retóricas y complicidades académicas». Contra «lo no dicho», contra la imposibilidad de Tita para casarse con el hombre que ama, contra la subordinación a viejas costumbres irracionales, contra la condena injusta de la hija menor que no podrá consumar su amor por sumisión a añejas órdenes familiares no escritas pero ejercidas con la violencia de los hechos, proclama Laura Esquivel un lenguaje imaginativo, ancestral, irónico y pletórico que rebasa el ámbito culinario para constituirse en la lengua de una pasión desbordante. Pero esa pasión desbordante se expresará sólo a través del proceso amoroso, lento y sensual de la elaboración de la cocina de Tita.

Cada plato provocará en los comensales toda una serie de imágenes y sensaciones de efectos inesperados e incontrolables. Así le ocurrió a Gertrudis antes de subir desnuda al caballo de Juan para perderse en una copulación a todo galope: «Parecía que el alimento que estaba ingiriendo producía en ella un efecto afrodisíaco pues empezó a sentir que un inmenso calor le invadía las piernas».

Así, una inmensa tristeza se va a adueñar de los que probaron el pastel de boda fraguado con las lágrimas de Tita, una melancolía que llevará a los invitados al convite a «terminar en el patio, los corrales y los baños añorando cada uno el amor de su vida».

Si Laura Esquivel ha regresado al espacio tan femenino y anteriormente enclaustrador de la cocina, no ha sido para condenar a Tita a la aceptación de un destino de renuncias, sino para enfrentarse a la vida de las mujeres limitadas a una acción que sólo será expresada mediante los esfuerzos para saciar a los demás. La fuerza del amor de Tita y su afirmación personal convertirán el rito de la nutrición ajena en un ritual mágico cargado de rebeldía. Hay una imagen extraordinaria en que Tita, «que no resistía que una persona hambrienta le pidiera comida», le ofrece al berreante bebé de su hermana su pecho de mujer soltera: «Cuando ella vio que el niño recuperaba poco a poco la tranquilidad en su rostro y lo escuchó deglutir sospechó que algo extraordinario estaba pasando». Tita, convertida de pronto en Ceres, diosa de la alimentación, por un acto de amor. A lo largo de la novela, Esquivel reiterará estos episodios que vinculan nutrición y afecto femenino y convertirá a Tita en el símbolo de la mujer como dadora de alimento y sanadora.